Celebrando 50 Años de Éxito Montessori: Una Gala Inolvidable
Congreso Montessori Mexico
AME CELEBRA SU ANIVERSARIO EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
Sobre Montessori para el envejecimiento
Sobre la espiritualidad del niño
A su regreso de la India, un año después del final de la Segunda Guerra Mundial, al regresar a Europa, en 1946, María Montessori fue invitada a pronunciar unas conferencias en Londres. Estuvo tres meses y pronunció un total de treinta y tres conferencias. En aquella ocasión hizo un repaso de todos los temas que había abordado sobre el niño y la educación. En esos últimos años de su vida publicó algunas de sus obras más fundamentales, como “La mente absorbente del niño”; “Educación y Paz”; “La educación de las potencialidades humanas”; “Formación del hombre”; y Educar para un nuevo mundo”.
Pero lo que ahora nos interesa es la conferencia que pronunció en Londres el 29 de noviembre de 1946. [1] En ella abordó la cuestión de la educación religiosa, en la que a la vez que profundiza en la espiritualidad del niño, nos hace intuir su propia espiritualidad. Es un tema íntimo que ha sido objeto de debate por parte de sus principales biógrafos, sin llegar nunca a una conclusión definitiva, porque es evidente que María Montessori, por su propia personalidad singular no se ajusta a los estrechos cánones tradicionales de la “catolicidad”, ni por supuesto a los de ninguna otra religión o filosofía. [2]
En su conferencia dijo entre otras cosas:
“No quiero entrar en el tema de la enseñanza de la religión y el material especial que se puede usar para este propósito, porque he escrito libros sobre el tema que pueden leer.[3] En cambio quiero centrarme ahora en los fundamentos de la religión per se.
Creo que hay muchas ideas equivocadas sobre la enseñanza de la religión, del mismo modo que existe una comprensión errónea de la educación y los niños en general, y una comprensión errónea del sentimiento religioso en sí mismo. Cuando se trata la enseñanza de la religión, se trata como todas las demás materias.
Las escuelas que incluyen la enseñanza de la religión en su plan de estudios la tratan como una sola asignatura entre todas las demás asignaturas. Esto está mal. Digo esto porque la religión es más que sólo otro tema de estudio. Es mucho más grande y también bastante diferente.
Debemos tener una idea clara de los diferentes períodos durante los cuales podemos ofrecer a los niños aspectos del sentimiento religioso. Creo que la enseñanza de la religión debe basarse en la psicología del niño, así como creo que debe hacerlo toda la enseñanza.
Debemos recordar que la religión es un sentimiento universal, un sentimiento que está dentro de todos y ha estado dentro de cada persona desde el comienzo del mundo. No es algo que le damos a un niño. Así como hay una tendencia a desarrollar el lenguaje en cada hombre, hay una tendencia a desarrollar la religión.
En todas las edades y en todos los lugares, cada grupo de hombres, ya sea altamente desarrollado o no, tiene una religión. El lenguaje y la religión son las características de cada grupo de hombres. La religión está dentro de cada alma. Se puede perder la razón, pero no se puede perder lo que está dentro del corazón. Esta es una gran cuestión. Si nos falta religión, nos falta algo fundamental para el desarrollo del hombre. Entonces, ¿cómo vamos dar religión a los niños? Bueno, no debemos “darla”, debemos ver cómo se desarrolla (…)
Recuerdo a una señora que me pidió que le dijera cómo darle a su hijo pequeño una idea de Dios. Le pregunté por qué pensaba que era algo tan difícil de hacer. Ella dijo que era porque la idea de Dios es muy grande. Tenemos una idea de la grandeza de Dios; conocemos a Dios como el Creador y seguramente esta es una idea muy simple que incluso los niños de tres años pueden entender.
Podemos decir: “Dios es el Creador”, a un niño pequeño y él lo entenderá. ¡No es difícil darles grandeza a los niños porque son geniales en todo! Absorben todo el mundo, por lo que, ¡por supuesto que cualquier cosa que puedas darles no será demasiado para ellos!
Los niños pequeños tienen una sensibilidad que proviene del corazón. Están inmersos en una atmósfera espiritual. Si se habla de Dios en la familia, el niño absorberá la religión del hogar. Si se le dice: “gracias a Dios por esto o por eso”, es bueno para la mente del niño, porque tiene una tendencia a ver no sólo las cosas materiales, sino a ver a Dios en todo.
Es un error dar pequeñas ideas o juguetes sobre esta gran pregunta. El niño puede absorber más de lo que usualmente se le da. Puede tomar la religión más fácilmente si no está solo en el alma de las personas, sino en el ambiente. En un país religioso, es una cuestión social (…)
Uno piensa que el niño puede hacer más cosas con nuestra ayuda, que solo. Uno cree que es un bebé y le da muy poco (…) No refrenen la naturaleza del niño. Denle todo. No le den cosas pequeñas, familiares, materiales. Si le damos la idea de Dios y él no fuera capaz de entenderla, ¿importaría? No es un conocimiento peligroso. Así que tengan el valor y denles mucho a los niños. Entonces estarán felices y agradecidos. Enséñenles a orar por todos (…)
Así tendrán una gran idea en sus mentes. Denles la religión como una revelación. Si la dan mientras dan el resto de la educación, podrían aplastar algo desde el comienzo de la vida”.
Una visión de todo el Universo
No obstante, esta cuestión de la transmisión de la idea de Dios, la enseñanza de la religión y la averiguación de cómo vive el niño la experiencia de lo sagrado, parece muy compleja, pero, María Montessori la desarrolla y la explicita con bastante claridad en su libro “La educación de las potencialidades humanas”.[4]
María Montessori pensando en un niño de seis años de edad, escribe:
“Ya que hay que brindarle tanto al niño, démosle una visión de todo el Universo. El universo es una realidad imponente, una respuesta a todas las preguntas. Debemos andar juntos este camino, pues todas las cosas son parte del universo y están conectadas entre sí para conformar una completa unidad. Esta idea es útil a los fines de hacer que la mente del niño se estabilice en un punto fijo, que deje de deambular sin rumbo en busca del conocimiento.
El niño queda satisfecho, ha encontrado en sí mismo el centro universal de todas las cosas. Está claro que es necesario centralizar los intereses del niño, pero los métodos comunes no logran cumplir ese objetivo.
¿Cómo es posible mantener interesada la mente de un individuo en crecimiento si todo lo que le enseñamos gira en torno de un mismo y limitado tema particular y solo podrá transmitir los detalles ínfimos que es capaz de memorizar?
¿Cómo vamos a forzar al niño a que se interese por algo, si el único interés autentico es el que surge de su interior? Lo que se impone desde afuera no es otra cosa que obligación y esfuerzo fatigoso, nunca el verdadero interés. Esto debe quedar bien en claro.
Si la idea del universo se presenta ante el niño en la forma adecuada, se logrará algo más que despertar su interés, pues la idea le causará admiración y asombro, sentimientos estos más elevados y gratificantes que cualquier tipo de interés. La mente del niño ya no se perderá sin rumbo, se fijará en un determinado foco y trabajará.
De esta manera, los conocimientos que adquiere se vuelven organizados y sistemáticos; la inteligencia se manifiesta como una totalidad gracias a la visión completa que se le ha presentado, y el niño se interesa por todo, pues cada cosa esta interconectada con las demás. Ocupa un sitio en el universo en el cual se centra su mente.
Las estrellas, la Tierra, las piedras, todo tipo de vida, conforman una totalidad en su relación con los demás, una relación tan estrecha que sería imposible comprender la naturaleza de una piedra… sin antes comprender al inmenso Sol. No importa que sea lo que tocamos, si es un átomo o una célula, es imposible explicarlo sin conocer el ancho universo.
¿Existe alguna respuesta mejor que les podamos dar a esos buscadores de conocimientos? Hasta cabría preguntarse si será suficiente con el Universo. ¿Cómo nació? ¿Cómo llegará a su fin? Estas dudas son parte de una curiosidad aun mayor que, una vez surgida, jamás en la vida entera podrá ser saciada.
Es posible hacer que las leyes que gobiernan el universo se presenten ante el niño como algo interesante y maravilloso, aún más interesante que los objetos mismos.
Entonces el niño empieza a hacer preguntas: ¿Qué soy yo? ¿Cuál es la tarea del hombre en este maravilloso universo? ¿Estamos aquí solo con la función de vivir para nosotros mismos, o tenemos otra función? ¿Por qué peleamos y luchamos? ¿Qué es el bien y el mal? ¿En qué terminara todo?
El hombre contemporáneo es como un niño perdido en el bosque
Quiero finalizar haciendo alusión a estos tiempos tan duros y tan inciertos que estamos viviendo ahora, agobiados por la extensión de una pandemia desatada que está provocando una gran mortandad a escala mundial. Lo hago con una cita de María Montessori que me parece muy esclarecedora. Es del libro Educación y Paz:[5]
“Hoy, la vida en sociedad es extremadamente compleja, y está plagada de fallas y contradicciones incomprensibles. Vivimos tiempos sombríos, nuestro espíritu vaga en las tinieblas. Se ha hecho realidad la profecía bíblica que decía: «Y llegará el día en que la oscuridad nos devore».
Los fenómenos que nos rodean nos resultan impenetrables. Nos es imposible comprender los orígenes del mundo exterior, ese que el hombre mismo ha creado y sigue construyendo.
El mundo en donde nos encontramos es una maravilla gracias a los descubrimientos de la ciencia, pero mientras disfrutamos de la luz que irradian estos logros exteriores; tenemos el espíritu envuelto en las tinieblas. Aunque el hombre actual ejerza sus poderes sobre la Naturaleza y más allá de ella, aunque sea capaz de recorrer enormes distancias, aunque domine las energías del universo no deja de ser una criatura aturdida, aterrada.
El hombre contemporáneo es como un niño perdido en el bosque. No lo asusta lo que ve o los animales ocultos que pueda haber; lo que le da miedo son las pequeñeces, el ruido de las hojas y el eco de pasos espectrales. Se aterroriza por cosas que en realidad no existen.
El hombre precisa tranquilidad espiritual y paz; necesita luz. ¿Quién tendría algo de luz para darle? Ni siquiera los libros más modernos nos iluminan el camino. Obviamente, en su búsqueda de las causas de los sucesos que lo rodeaban, el hombre ha aprendido mucho acerca de su medio.
Se ha adueñado de todos los secretos de la Naturaleza y todas sus energías. Pero todavía hay algo que le resta conocer, y eso que desconoce es el hombre mismo.
No acabaríamos nunca si intentásemos enumerar todos los descubrimientos del hombre en el mundo físico. ¿Pero cuánto ha descubierto acerca de sí mismo, de su vida, sus objetivos, o de la verdad y el error?”
Como dice María Montessori necesitamos tranquilidad espiritual y paz. Necesitamos luz. El niño es nuestra esperanza.
[1] MONTESSORI, María, Las Conferencias de Londres en 1946, Ámsterdam, Montessori-Pierson Publishing Company, p. p. 211 a 214.
[2] Durante su estancia en la India, invitada por la Sociedad Teosófica, en varias ocasiones se le preguntó a Montessori si se había hecho teósofa. Ella no quiso nunca negar esa posible afiliación, sin mostrarse a la vez descortés con sus amigos indios, y siempre contestaba: “Miren, no soy esto o lo otro: soy montessoriana”.
[3] María Montessori se refiere a su libro “El niño en la Iglesia”, que fue publicado por primera vez en 1929. O también a “La Santa Misa vivida por los niños”, cuya última versión en castellano ha sido publicada en 2016 en Ámsterdam por la editorial Montessori-Pierson Publishing Company.
[4] MONTESSORI, María, La educación de las potencialidades humanas, Ámsterdam, Montessori-Pierson Publishing Company, 1014, p. 8
[5] MONTESSORI, María, Educación y Paz, Ámsterdam, Montessori-Pierson Publishing Company, 2015, p. p. 87 y 88
Artículo escrito por Juan José Morales
20 de Noviembre: Día Universal del Niño
Con ocasión de la celebración de la Declaración Universal de los Derechos del Niño sería muy recomendable leer algunas de las obras fundamentales de María Montessori, una mujer que revolucionó la educación y dedicó toda su vida al servicio del niño. Me refiero, por ejemplo, a libros como “El Niño. El Secreto de la Infancia”; “La mente absorbente del niño”; “Educación y Paz”; “Formación del hombre”; “Educar para un nuevo mundo”; “La educación de las potencialidades humanas”; y “Las conferencias de Londres. 1946”, entre otros. Todos ellos publicados en castellano por la editorial holandesa Montessori-Pierson Publishing Company.
Pero, en esta ocasión quiero detenerme especialmente en el libro “Ciudadano del Mundo. Lecturas Montessori esenciales”, que acaba de ser publicado en 2020. Es el volumen 11 de la Serie Montessori, (edición y traducción de Guadalupe Borbolla).
La etapa india y también durante los años posteriores, al final de la Segunda Guerra Mundial, Montessori se dedicó a recapitular sus principales ideas, centradas en el niño como protagonista de su propio desarrollo. Así, por ejemplo, en mayo de 1941, María Montessori publicó en la India, en el periódico The Theosophist, un artículo sobre “El partido social del niño, titulado Un paso adelante hacia el futuro”, que se recoge en el capítulo 7 del libro, junto con la Declaración Universal de los Derechos del Niño.[1]
“Nosotros -escribe- afirmamos que el Niño no sólo tiene derecho de vivir, sino también de ser considerado un ciudadano del estado. Como un ciudadano, el niño debe ser reconocido en su dignidad humana y respetado como el constructor del hombre. La importancia de la personalidad del niño debe ser consagrada entre los principios morales de la humanidad, pues del niño depende no sólo la constitución física del hombre, sino también su carácter moral. El futuro de la sociedad está por lo tanto conectado con el niño, así de incondicionalmente como los efectos están conectados con sus causas. Al indicarle a la sociedad la importancia de la infancia, nosotros afirmamos que el niño debe tener los mismos derechos ante la ley y ante las instituciones que dirigen la organización social, que los demás ciudadanos”.
Sigamos con los escritos de sus últimos años. Demos ahora un salto y situémonos en el “VIII Congreso Internacional Montessori” que tuvo lugar en la ciudad italiana de San Remo del 22 al 29 de agosto de 1949, el título del congreso fue “La Formazione dell’ Uomo nella Ricostruzione Mondiale “(La Formación del Hombre en la Reconstrucción mundial). Allí, María Montessori que había cumplido 79 años (falleció el 6 de mayo de 1952) pronunció cuatro conferencias magistrales (que son conocidas como “Las Conferencias de San Remo”). [2]
En la primera conferencia dijo: “Nosotros reconocemos el inmenso poder, las fuerzas inconscientes existentes en el niño en el umbral de la vida. Por muchos años hemos estado proclamando que es necesario educar al niño desde el momento de su nacimiento. Hemos trazado a través del estudio y la experiencia práctica, el camino ideal que lleva al mundo de los niños; de estos seres cuyo estatus social todavía no se ha determinado, cuyos derechos no han sido reconocidos y que sin embargo representan al hombre del mañana.
La infancia constituye una incontable población de seres que, sin saberlo, día a día, trabajan para construir física e intelectualmente a los componentes de la sociedad futura. Esta gran verdad evoca en nosotros un profundo sentido de humildad y asombro. Los niños, que viven una vida más pura que la nuestra, son trabajadores divinos; sin pretensiones, sin orgullo, ellos logran la ópera magna de la humanidad: la construcción del hombre. Y aquellos que ayudan en este gran trabajo, se enriquecen con los valores espirituales de los niños y se elevan (…)
Debemos reiterar persistentemente que la personalidad del niño, la cual apenas ahora se empieza a reconocer, es en verdad impresionante. El niño es un creador. De la nada, forma a un hombre. Esta poderosa capacidad creadora es común en todos los niños, en todas partes del mundo. La mente del niño es completamente diferente de la nuestra: la suya posee la magnífica y casi milagrosa facultad de tomar del entorno ideas externas e impresiones, encarnándolas en su ser. Un ejemplo obvio es el lenguaje que el pequeño ser humano, a pesar de estar mudo al principio de la vida absorbe a su alrededor. Y así el adulto se encuentra, como si fuera por herencia, con un lenguaje completamente formado.
Si verdaderamente consideramos que la educación es el desarrollo de posibilidades latentes, en vez de utilizar la palabra educación, deberíamos adoptar otra: cultivar. El educador debe cultivar las potencialidades existentes en el niño para que pueda desarrollarles y expandirlas. Es esencial aprovechar este periodo altamente sensible en la vida del ser humano, si en verdad, se quiere mejorar a la humanidad.
Para no extenderme acabaré con lo que dijo en la Conferencia IV, titulada “Unidad mundial a través del niño”: Esta es la tarea del educador ideal: tomar como punto de inicio la realidad psíquica del niño, con el fin de mejorar al hombre en su vida diaria, para salvarlo, para prevenirlo de perderse a sí mismo, para evitar desviaciones e inseguridades, para terminar con desequilibrios nerviosos, para implantar en el niño el valor moral y una conciencia firme para enfrentar sus luchas diarias. Por lo tanto, la tarea del educador es inmensa para el progreso de la humanidad y la paz del mundo está en sus manos”.[3]
Como decía al principio, la celebración de la Declaración Universal de los Derechos me parece una buena ocasión para leer a María Montessori, aunque la verdad, creo que deberíamos leerla siempre, sin necesidad de recurrir a este tipo de celebraciones porque no es necesario. Hay que leer siempre a María Montessori porque es una fuente inagotable de inspiración, y por supuesto seguir trabajando al servicio del niño con honestidad y dedicación. Ser fieles a esta maravillosa tarea es la mejor forma de mantener vivo el legado de esta extraordinaria mujer. Y, en este sentido, recomiendo vivamente la lectura de “Ciudadano del mundo. Lecturas Montessori esenciales”. Es un gran libro que merece la pena.
Juan José Morales Ruiz
[1] MONTESSORI, María, Ciudadano del mundo. Lecturas Montessori esenciales, Ámsterdam, Montessori-Pierson Publishing Company, 2000, p. p. 57 a 67.
[2] IBIDEM p. p. 75 a 107.
[3] Ibid, p. 114.
¿Por qué Montessori?
De un tiempo a esta parte se viene considerado como “Pedagogías Alternativas” a aquellos
métodos educativos centrados más en el ser humano y sus necesidades de desarrollo que en el
sistema y sus intereses. La escuela del antiguo paradigma, consciente de su debilidad y la
decadencia que trae consigo a lo largo de estos últimos años, se ha ido acercando cada vez
más a estas metodologías activas que representan una brisa de aire fresco a lo existente. Pero
la situación de profunda crisis sistémica que viene sucediendo desde hace ya unas décadas
está proyectando un nuevo paradigma educativo. El método Montessori ya no supone hoy una
alternativa al sistema imperante, más bien podríamos decir que representa la filosofía de vida
y educativa acorde a las necesidades de un nuevo mundo que tenemos frente a nosotros, pues
Montessori lleva intrínseco en su semilla muchas de las necesidades de la educación de los
tiempos actuales.
Dicen que “El maestro llega cuando el alumno está preparado”, y la sociedad de hoy quiere, y
sobre todo necesita, ir a una escuela más humana, donde las verdaderas necesidades del ser
humano sean atendidas por encima de cualquier interés externo. Montessori se presenta hoy
como una vía de acceso directa al niño. Es una nueva etapa, desconocida hasta ahora.
Los seres humanos pasamos la mayor parte de nuestra vida en las primeras etapas dentro de
un sistema educativo que no nos deja actuar y, por lo tanto, nos acaba convirtiendo en seres
dependientes, en seres que necesitaremos de la dirección de otros para “actuar”. Llegados a
adultos, donde el sistema educativo “nos lanza a la calle”, continuamos siendo el mismo tipo
de seres dependiente pero ahora “sin nadie que nos dirija”. Ahí es donde aparece en nuestras
vidas “el gran poder de la tradición” que, muy ávida y a sabiendas de nuestras necesidades de
dependencia, nos invita a “entrar en su casa”. De ahí, que no es de extrañar como de adultos,
pasamos rápidamente a convertirnos en individuos reproductores del modelo social, por
mucho que lo hayamos criticado apenas unos años antes. No sabemos actuar por nosotros
mismos y necesitamos que alguien dirija nuestras vidas. Vivimos en la tradición, porque nos
resulta fácil y cómodo vivir en ella. Desde ese lugar, el individuo apenas tiene reflexionar, ni
cuestionar, pues gran parte de la base de la tradición se basa en aceptar y obedecer,
curiosamente lo mismo que un sistema educativo ha hecho con nosotros durante tantos años
de nuestras vidas.
Aquí, en este punto, es donde cobra gran importancia líneas educativas como las que nos
ofrece el método Montessori, quien aboga, en todo momento, por crear seres independientes,
capaces de valerse por sí mismos, capaces de conocerse y de actuar en su ambiente
aprovechando todas las potencialidades que el ser humano trae consigo. Y todo ello bajo una
propuesta educativa que tiene en cuenta las necesidades de desarrollo de cada ser humano
como ser vivo único e irrepetible que es. Por lo tanto, Montessori ofrece hoy el tránsito
adecuado que la sociedad demanda, el de pasar de un sistema educativo de creencias a un
sistema de experiencias, donde niñas y niños puedan ser conscientes de sus procesos
educativos y de desarrollo personal. Hoy resulta muy necesario crear entornos educativos que
le permitan al individuo conocerse a sí mismo, superando y entendiendo los procesos de la
mente para, desde ahí, buscar ese equilibrio con la unidad de la existencia, esa otra parte tan
poco sentida y explorada por todos nosotros y que tan necesaria resulta para poder vivir en
armonía en esta danza que es la realidad primera y única.
El ser humano sigue guardando en su profundidad su mejor tesoro jamás explorado. Es
extenso y misterioso. Su labor es la de proporcionar amor a la vida. Hoy, sigue esperando a ser
atendido.
Todos los seres humanos hemos nacido con la capacidad de amar. La educación recibida
basada en un sistema de creencias ha hecho que creamos que nuestras vidas inventadas
tienen el poder de ensombrecer, incluso anular, esta capacidad tan esencial para la especie
humana. Únicamente un gesto de voluntad por nuestra parte podrá acercarnos de nuevo a ese
amor que todas y todos llevamos dentro y que aún hoy continúa esperando ser atendido, de
ahí la importancia que tiene que un ser humano reciba una educación acordes a sus
verdaderas necesidades.
Afortunadamente, poco a poco, pero dando pasos muy firmes, desde hace un tiempo está
emergiendo una nueva escuela basada en un sistema de experiencias, que cuestiona
absolutamente todo y que no se cree nada de lo que no pueda comprobar el niño a través su
propia experiencia personal. Es esta la única manera de hacer ciudadanos libres y conscientes,
responsables de sus actos, tanto en su faceta individual como en un plano más social.
Montessori es cierto que reluce en educación, pero si no te abres a la posibilidad de su
experiencia, nunca experimentarás en ella la plenitud de su luz.
Suele ocurrir que quien se acerca a Montessori por primera vez no es todavía muy consciente
del gran paso que ha dado en su vida. Apenas si acaba de darse cuenta que ha comenzado a
quitarse el velo, ese antifaz que la ha mantenido cegada durante tanto tiempo, fruto de una
educación que ha hecho del adoctrinamiento y condicionamiento del ser humano uno de sus
máximos objetivos. Ya no hay vuelta atrás posible. Adentrarse en una filosofía de vida como
Montessori lleva consigo transitar por un camino de ida constante, donde volver al pasado se
torna prácticamente imposible. La conexión con el ser humano que marca los principios de
esta forma de vida, hace que te vaya a resultar muy complicado volver a un estilo de vida
artificial.
Suele ocurrir que quien conecta o descubre Montessori por primera vez tiene un brillo especial
en sus ojos y un gesto de felicidad y paz constante en su rostro. Es algo así como si la vida
volviera a tener sentido; es algo así como que en ese momento el verdadero sentido de la vida
eclosiona y tu papel como ser humano retorna a cobrar el sentido que un día el
adoctrinamiento inoculado desde la infancia intentó ocultar.
Suele ocurrir que Montessori te vuelve a conectar con el verdadero sentido de la educación.
Tengo la gran suerte de ir conociendo a más y más personas que han conectado con la vida
desde esta perspectiva montessoriana, y me voy dando cuenta de la cantidad de “locuras” que
todos hemos llegado a hacer una vez hemos iniciado este camino. Es normal, y a todas y todos
nos ha pasado en diferentes momentos del camino. Es algo así como una fuerza incontrolable
para el ser humano, su energía, su luz. Hay quienes lo llaman pasión, pero es tan grande que
una vez que aparece lo más honesto que puedes hacer es atenderla.
Montessori es una invitación constante a vivir, sentir y transitar por un camino repleto de
contrastes. No los evites, atiéndelos, forman parte del aprendizaje. Acabas de iniciar tu propio
camino. Acabas de descubrir que es el amor y la pasión aquello que mueve y da sentido al ser
humano. Felicidades, has conectado con el verdadero sentido de tu vida.
Pedro Valenzuela
Maestro – Guía Montessori AMI de Casa de niños y Guía Montessori AMI de Taller-Primaria
Montessori sin escuela: La importancia de la familia
Han pasado dos meses desde que la realidad de los hogares se ha visto alterada por una nueva rutina, unos nuevos roles y tipos de relación entre los miembros de las familias. Cada una con su propia realidad y mirada hacia la situación que estamos viviendo. Los progenitores han sido siempre los principales modelos de sus hijos, pero habían otras personas que se dedicaban en paralelo a su crianza y educación. Hoy, esto ha cambiado, y por tanto, no podemos esperar mostrarnos del mismo modo que antes. No está siendo fácil, pienso que todos hemos tenido algún momento de dificultad durante este tiempo que ha supuesto ubicarnos de nuevo, analizar con perspectiva, y tomar decisiones dentro de nuestro limitado margen de maniobra.
En este tiempo, puede que hayamos pasado por un gran abanico de emociones, pasando de una a otra, con mas o menos conciencia. Muchos comenzaron incrédulos, negando la situación. Reconozco que yo era una de ellas..quizá por la ingenua creencia de que este tipo de cosas no nos podían suceder a nosotros. Sin embargo, el virus llegó como al resto de lugares del mundo, y con él llegó un confinamiento forzado e inesperado para todos, algunos en su casa, otros fuera, unos con mas recursos en sus casas y otros lamentablemente, con lo mínimo para subsistir. Y dentro de muchos de ellos, conviven familias con niños que han visto como sus vidas han dado un giro completo. La conciliación laboral y familiar se está realizando, viviendo unas circunstancias nuevas, con recursos que se han creado a ritmo vertiginoso y haciendo un gran esfuerzo todas las personas que acompañan a niños y familias. Aunque el camino no está siendo sencillo para todos.
He escuchado estas semanas muchos padres y madres reflexionando sobre nuevos modos de actuar y relacionarse en casa con sus hijos que antes no necesitaban poner en práctica y no eran conscientes que podían hacerlo. Familias que están sacando una creatividad espectacular, improvisan juntos, reconociendo estar conectando con intereses que un día pausaron. A su vez ocurre, que otras familias anhelan volver a una nueva normalidad, algo que se asemeje a lo que vivimos antes, y lo ven como una recarga de energías el hecho de imaginar que ese día esta más cerca. Quizá antes, lo externo era lo que marcaba nuestras prioridades, ya que estábamos inmersos en una inercia de actividad. Y el tiempo, como ocurre ahora, pasa a una velocidad vertiginosa, sin embargo ahora parece que su valor se mide de formas diferentes en función de qué actitud estamos tomando. Una actitud que se puede transformar en nuestro escudo, y podrá ser mas o menos resistente en función de cómo lo queremos construir.
Seguramente, si nos sentimos angustiados e inseguros durante el confinamiento en casa, puede ser muy difícil y frustrante ver este momento como una oportunidad para crecer juntos. Quizá también hay que plantearse buscar recursos en nosotros mismos para enfrentar este dolor y poco a poco ir aceptando la situación. Al lado nuestro, vemos cada día a nuestros hijos absorbiendo experiencias, de ahí la importancia de la toma de conciencia de cada uno y de la elección de estar en el aquí y ahora de un modo u otro.
Cuando nos permitimos despojarnos de estos miedos estando con ellos presentes y con el principal objetivo de disfrutar, la energía cambia. El cómo pensamos y actuamos va a condicionar al sentir de todo el ambiente familiar, así como las estrategias de cada uno de los miembros para gestionar momentos difíciles y de adaptación como el que estamos viviendo.
Bajo las realidades diferentes, propongo a los padres y madres que tomen algún momento para reflexionar, parar y tomar perspectiva de su presente. Pararse y observar al niño que tienen delante. Invito a estos adultos a que pongan la mente en blanco y de, como si de un experimento se tratara, observar a su hijo: movimientos, gestos, lo que hace y lo que no, que le asombra y se cuestiona, que intereses propios nos muestra, lo que dice y como lo dice. Y si está en silencio incluso cuando “parece no hacer nada”, imaginar que puede estar pasándole por esa mente tan excepcional. Y no hacer nada más, nosotros como adultos, probar a practicar el arte de la observación como decía Maria Montessori. Sin juicio, sin interrupción, sin expectativas … solo estar presentes para él/ella y con él/ella durante unos instantes. Es interesante permitirnos dejar salir todas las emociones que nos susciten. Y observar qué pasa, hacia donde nos mueve esta emoción que estoy sintiendo, y atenderme a mi también. Puede ser que con la práctica, nuestra mente se relaje, conectemos con nuestra esencia y la de nuestro hijo, y nos invada un profundo respeto por el ser que tenemos delante.
Podemos elegir qué actitud queremos tomar con nosotros mismos y por supuesto en mi relación con ellos. Los niños tienen una energía ingenua, bondadosa y creativa, también soy madre, y cada día admiro a los grandes maestros que tengo en casa. Si nos guiamos por ellos poco a poco volveremos a contagiarnos también de este espíritu y valorar lo que realmente tenemos en nuestro presente mas inmediato. La satisfacción para ellos y nosotros es enorme. Ellos nos pueden regalar cada día momentos maravillosos, cargados de amor y de aprendizaje.
En todo el mundo hay una gran incertidumbre que nos invade, esa es la realidad. Podemos anticiparnos a como será la vida en las próximas semanas, pero seguramente nos encontraremos con imprevistos y nuevas maneras de readaptarnos. Por ello, es la actitud que tomemos con respecto a cada momento, lo que marcará nuestros caminos, y por tanto, a nuestros hijos les serviremos de inspiración y modelo. Personalmente tengo claro que después de esto no voy a volver a ser la persona que era antes porque.. tampoco quiero volver a serlo. Soy consciente que por mi parte tras este parón que ha dado nuestras vidas, yo he cambiado, y mi familia también. En muchos momentos los hemos acogido como un “respiro” que la vida nos ha regalado. Y al mismo tiempo, puedo conectar con el gran dolor que viven las personas que están sufriendo, y que se quedarán con una herida con la que aprender a vivir y poco a poco ir sanando. Bajo un diverso arcoiris de emociones, qué bonito puede ser que muchos de nosotros sacáramos un aprendizaje de vida, y que nosotros junto a nuestros niños vivamos en un mundo más consciente. Que nuestros hijos puedan ser parte activa en elegir una transformación en el modo de vivir y de relacionarnos, en un entorno cooperativo, cuidadoso, y en el que el amor se convierta en la nueva gasolina que nos mueva y conecte.
Paula Melero
Psicóloga – orientadora VMS, Guía Montessori AMI, Madre de dos niños.
Asesoría Pedagógica durante Covid-19 con Silvia Dubovoy
Tenemos el placer de invitar a todos nuestros socios, el viernes 27 de marzo a un webinar especial con Silvia Duvoboy.
Silvia es entrenadora internacional de Guías Montessori. Es Guía Montessori para las etapas de 0 a 12 años, consultora, asesora pedagógica y examinadora de la Asociación Internacional Montessori.
Silvia nos ofrecerá Asesoría pedagógica en referencia a momentos actuales, donde todas las escuelas se encuentran cerradas y nos orientará sobre el trabajo a llevar a cabo con niños y sus familias.
Su amplia experiencia, nos guiará en estos momentos tan delicados que muchas escuelas españolas están viviendo.
¿PARA QUIEN ES ESTE WEBINAR?
El webinar está destinado a todos los Guías Montessori asociados a AME así como Guías Montessori que trabajan en los colegios representados en la web de AME.
Taller sobre Observación en Madrid
Aforo completo en el taller «Seeing is believing» El arte de observar, impartido por Karen Pearce en Madrid. ¡Gracias a todos por venir!
Mas de 60 Guías Montessori han disfrutado de su experiencia en este tema tan interesante y necesario como es la observación en ambientes Montessori.
Ha sido un placer tener a Karen en Madrid para este evento y agradecemos la gran afluencia e interés mostrado por toda la comunidad Montessori en España.
En noviembre tendrá lugar la segunda parte del curso que será impartida en el centro Madrid Montessori en Madrid. Será el 2 de noviembre y muy pronto estará toda la información en la página web de AME en la sección de eventos.